Es habitual que la tecnología avance a una velocidad superior a lo que lo hace la política y, más concretamente, la legislación. Nos hemos encontrado con muchos casos durante los últimos años que afirman esta teoría. El último de ellos, muy recientemente: con la apuesta de una gran cantidad de empresas que focalizar sus recursos en desarrollar nuevos metaversos, como su gran apuesta de futuro.
Recientemente, ha sido la propia Agencia Española de Protección de Datos el organismo que ha lanzado la voz de alarma. Publicando en su página interna una primera radiografía que nos ayuda a entender cuáles son los desafíos sobre los que debe trabajar el metaverso en un futuro próximo.
El problema de los datos es, ahora, bíblico
No es la primera vez que hacemos mención del problema de los datos y el auge de las nuevas tecnologías. Las redes sociales, que ya llevan una docena de años entre nosotros, todavía no han sido acotadas por los organismos especializados en lo que hace referencia a la protección de los datos del usuario. Ahora, este problema alcanza una nueva dimensión con el auge del metaverso. La razón es que de cualquier contacto online se pueden extraer una gran cantidad de datos personales que, en caso de no estar legislados, pueden comprometer la privacidad de los usuarios.
En una reproducción del mundo físico, como pretende ser el metaverso, esta situación se agrava todavía más. El usuario no tiene que tener precauciones únicamente con lo que escribe, fotografía o comparte. Sino que, además, también con el resto de avatares a los que se acerca, con los que interactúa e incluso los movimientos que realizamos con nuestra reproducción digital.
En contra del uso intrusivo
Si nos enfocamos únicamente en la privacidad «el uso del metaverso puede ser muy intrusivo, ya que el conjunto de datos que se tratan en este entorno aumenta de forma exponencial», tal y como afirma la propia AEPD. «Cualquier entorno virtual está por diseño plenamente datificado y permite tratar un espectro más amplio de información relativa a actividades humanas» añade.
Ahora, los datos no serán solamente cuantificables desde un punto de vista aritmético. Sino que también se deberán valorar las posibilidades en términos biométricos. Y es que las gafas de realidad virtual, por ejemplo, incluso llegan a extraer información acerca de las variaciones del iris. Por tanto, van a ser capaces de «analizar la respuesta emocional».
No bastará con regular el metaverso
La nueva realidad a la que nos vamos a tener que enfrentar en un futuro próximo va a provocar que el Reglamento General de Protección de Datos no tendrá que tener en cuenta únicamente lo relacionado ocn la regulación del propio metaverso. Es necesario tener en cuenta las garantías de privacidad desde el diseño y por defecto que se pueden aplicar. Se deberá tener en cuenta también la necesidad de «preservar la privacidad de los avatares y la huella digital en el metaverso».
Para la AEPD, el reto va a ser tener la capacidad de minimizar la cantidad de datos que se recojan a través de los diferentes dispositivos que tienen la capacidad de recolectar datos a partir de sensores biométricos, como son las gafas o los relojes inteligentes.