El temor a que las máquinas terminen por gobernar las cadenas de producción y, en general, el sector profesional no es nuevo. La historia siempre se ha desarrollado al mismo tiempo que los humanos han hecho crecer sus miedos por el desconocimiento del futuro al que nos enfrentamos a partir de la explosión de la gestión automatizada de tareas.
En Conecta Software ya hablamos hace un tiempo en torno a esta cuestión. Defendiendo la idea de que la incursión de la tecnología en el día a día de nuestro negocio no solo no obliga a tener que reducir la plantilla, sino que nos va a permitir conservar todos los puestos de trabajo y ser más eficientes en la producción a partir de un mejor reorientación de nuestros recursos. Y, ahora, Antonio Torralba, jefe de la Facultad de Inteligencia Artificial del Massachussets Institute of Techonology (MIT), expone un discurso en el que aborda la dirección de la Inteligencia Artificial y su impacto a nivel social.
La Inteligencia Artificial como motor para la mejora social
En una entrevista publicada recientemente por el diario El País, Torralba afirma que «la tecnología» nos permite «mejorar como sociedad». Exponiendo, además, que «ya vivimos» en un entorno donde hay una inteligencia superior (…). Siendo la IA un nuevo elemento en esta comunidad».
De entre los diferentes sectores en los que su impacto puede ser más notable, es el campo de la salud uno de los principales. Teniendo la capacidad de «aprender y memorizar muchos más patrones y percibir cambios más sútiles que una persona». La máquina «puede superar a una persona con poca formación: al nivel del experto que no ha llegado todavía».
La educación es otro de los campos en los que esta tecnología está teniendo una impronta más significativa. Para ello, la Inteligencia Artificial permite «conectar las matemáticas con la lengua, transformando las palabras en número para hacer análisis sintáctico a través de operaciones matemáticas».
La política como ente regulador
Una de las cuestiones que se abordan en la entrevista hace referencia al peligro que la incursión de nuevas tecnologías puede llegar a tener a nivel social. Sin embargo, según el ingeniero «el peligro de las tecnologías son sus efectos secundarios nocivos, que no surgen necesariamente de una mala intencionalidad». Para poder prevenirlos, resulta esencial poder establecer nuevos canales comunicativos entre sectores que permitan suavizar cualquier posible fricción existente que pueda generar una amenaza inesperada.
En esta ecuación, es el sector político uno de nexos que tienen que abogar por la regulación de esta cuestión. La política, y sus profesionales, no deben ir hacia el freno de la innovación, según Torralba. Sino que tienen que actuar como un organismo que permita llevar a cabo las regulaciones existentes, y anticiparse, para evitar cualquier posible efecto secundario que pueda comprometer el futuro de nuestra sociedad.
Más aún si tenemos en cuenta cómo la «tecnología siempre ha sido un intento para superar nuestras propias limitaciones». Abordar las mismas, y la capacidad para abrazarlas, resulta capital para vertebrar el conjunto de nuestras acciones.