El término Internet de las Cosas, IoT por su acrónimo en inglés, hace referencia a la creciente tendencia de conectar todo tipo de objetos físicos a internet. Históricamente, este concepto siempre ha estado relacionado con la vertiente tecnológica. Su crecimiento, sin embargo, ha crecido de manera transversal en una gran cantidad de industrias. Algunas de ellas, incluso, aparentemente resistentes a este cambio.
El objetivo último que persigue esta industria es la de monitorizar en tiempo real una gran cantidad de variables que permiten mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Además de servir para mejorar el día a día en una gran cantidad de industrias. Para alcanzar esta monitorización, tanto los sensores como los nodos en los que éstos se acoplan son clave.
¿Qué son los sensores IoT?
Los niveles de monitorización que es posible alcanzar a partir del IoT responden a la capacidad con los que éstos cuentan para recopilar información de su alrededor y encontrar una solución para mejorar los flujos existentes.
Durante los últimos años, los niveles de monitorización han alcanzado una gran extensión. Desde la productividad industrial hasta la mejora de la eficiencia energética. Pasando por, cómo no, las diferentes soluciones que han impactado en el ámbito cotidiano del hogar y que permiten mejorar la calidad de vida de las personas.
Un sensor IoT se define como un dispositivo que se compone de un transductor. Esta transductor se encarga de detectar o mediar los cambios que se producen a su alrededor y transformarlos en una señal eléctrica. En este punto, es el acondicionador de la señal la que se encarga de ampliar la modificación y convertirlo en un formato sencillo de leer y de interpretar.
La necesidad de contar con un nodo de apoyo
Conviene comprender que los sensores, actuando de manera independiente, no presentan ningún tipo de utilidad. No obstante, es partir de su interacción con un nodo, cuando se conectan entre sí con el objetivo de recopilar toda la información, procesarla y compartirla a través de una red.
En términos de funcionalidad, la utilidad de cada una de estas aplicaciones varía en función del tipo de sensor utilizado.
¿Cuáles son los sensores más utilizados?
Sensores de temperatura
Históricamente, los sistemas de aire acondicionado o los electrodomésticos ha sido dos de los principales destinos de los sensores de temperatura. No obstante, el creciente uso de los mismos ha quedado latente en una gran cantidad de escenarios. Entre ellos, destacan los siguientes:
- La fabricación industrial. Un escenario en el que ciertas máquinas precisan del máximo control de la temperatura.
- La agricultura. Como consecuencia del impacto que los cambios a nivel medioambiental tienen a la hora de garantizar la calidad de las plantaciones.
- El sector médico. En este escenario, este sistema de medición puede ofrecer una gran cantidad de información a la hora de tratar cualquier tipo de enfermedad.
Sensores de proximidad
Ámbitos como la seguridad, la videovigilancia o la conducción son algunos de los principales destinos de los sensores de proximidad. Este tipo de herramientas permiten detectar la presencia de un objetivo cercano, facilitando la lectura de este tipo de dispositivos.
La industria automovilística lleva ya una gran cantidad de años ubicándolos en sus coches más avanzados tecnológicamente hablando. Proporcionando una gran utilidad en el momento de facilitar el aparcado del vehículo.
Sensores de medición de gases
Medir los cambios que se producen en la calidad del aire es fundamental en una gran cantidad de escenarios. Especialmente aquellos en los que la contaminación ha logrado asumir un gran protagonismo.
Sensores de humedad
En ámbitos como el de la agricultura, los sensores de humedad pueden llegar a tener un importante impacto. A través de ellos, es posible mejorar la eficiencia de los sistemas de riego. Además de proteger el cultivo en aquellos escenarios en los que la presencia de humedad pueda convertirse en un problema.
Sensores de nivel
Los sensores de nivel son utilizados para llevar a cabo la medición de todo tipo de fluidos. Su funcionamiento se basa en la medición del punto o los puntos en los que se encuentra la sustancia en cuestión respecto al borde superior del recipiente que lo contenga.
Uno de los usos más habituales de este tipo de sensores hace referencia a su capacidad para predecir posibles alertas de inundaciones. Minimizando los daños de las mismas en caso de que se lleguen a producir.
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